viernes, 1 de agosto de 2014

Lecturas Julio 2014. Mejor y peor libro, serie y personaje.

¡Hola! En esta entrada pretendo realizar una valoración rápida acerca de mis lecturas del mes que acaba de finalizar. Si buscáis nuevas lecturas, ¡sería bueno que siguiérais leyendo, para encontrar ideas! :) Recuerdo que, aunque lea de todo, el género que más me gusta es el adulto, aunque también el juvenil-distópico. Sin embargo, el libro que menos me ha convencido esta vez ha sido el distópico, precisamente xD
 

LIBRO AUTOCONCLUSIVO QUE MÁS ME HA GUSTADO: "Nada", de Janne Teller (La reseña del mismo está más abajo, así que me ahorraré hablar sobre él. Sin embargo, tengo que confesar que me encantó ser partícipe de esta historia. Muchas veces me pregunto qué debería de depositar en el montón de significado —si queréis entender esto, id a mi último post—, o qué hubiera elegido el anterior para que yo dejara ahí. Inquietante no conocerme ni yo mismo hasta ese punto.
 
LIBRO AUTOCONCLUSIVO QUE MENOS ME HA GUSTADO: "La Puntuación", de Lauren McLaughlin.
 
Título: La Puntuación. Autor/a: Lauren McLaughlin. Nº de páginas: 224. Encuadernación: Tapa blanda con solapas. Editorial: Destino.
 
Sinopsis: Imani es una puntuada. Eso significa que todo lo que hace y dice es registrado, procesado y puntuado por Score Corp a través de las cámaras que hay situadas por toda la ciudad. Y tener una puntuación alta es indispensable: sin ella, ir a la universidad y conseguir el trabajo que deseas están completamente fuera de tu alcance... a menos que tengas dinero. Y para conseguir una buena puntuación hay que cuidar lo que dices, cómo lo dices y con quién te relacionas. Si tu mejor amigo tiene una puntuación baja, eso afectará a la tuya también. Y en esta situación se encuentra Imani. De noventa y tres ha pasado a una puntuación de sesenta y cuatro por culpa de su mejor amiga, Cady, y de pronto se encuentra con que sus sueños de seguir estudiando le explotan en la cara. Caer es muy fácil, pero subir es misión imposible. ¿Qué hará ahora?
 
Opinión: Si un libro no acaba de funcionar en las primeras 100 páginas, no esperes que lo haga en el transcurso de las siguiente centena de folios. No suele ocurrir. La autora pretende crear una distopía compleja que me llamó mucho la atención, donde todos los jóvenes sometidos a Score Corp tienen una puntuación del 1 al 100 que decide su futuro. Sin embargo, no lo plantea bien y acaba resultando un anodino desarrollo (con una fluidez prosaica notoria, sin embargo), al que le falta acción por todos los capítulos. Además, se suma un final bastante mal resuelto y apresurado. Un argumento a mi parecer bastante bueno, pero que no se ha sabido aprovechar.
SERIE/TRILOGÍA/SAGA DEL MES: "La Selección", de Kiera Cass.
 
1er libro: "La Selección":
  • Nº de páginas: 240 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editoral: ROCA EDITORIAL DE LIBROS

  •  
    2º libro: "La Élite" (mismos datos, 224 páginas).
    3er libro: "La elegida" (mismos datos, 256 páginas).
     
    Sinopsis: Para treinta y cinco chicas, La Selección es una oportunidad que solo se presenta una vez en la vida. La oportunidad de escapar de la vida que les ha tocado por nacer en una determinada familia. La oportunidad de que las trasladen a un mundo de trajes preciosos y joyas que no tienen precio. La oportunidad de vivir en un palacio y de competir por el corazón del guapísimo príncipe Maxon. Sin embargo, para America Singer, ser seleccionada es una pesadilla porque significa alejarse de su amor secreto, Aspen, quien pertenece a una casta inferior a la de ella; y también abandonar su hogar para pelear por una corona que no desea y vivir en un palacio que está bajo la constante amenaza de ataques violentos por parte de los rebeldes.
     
    Opinión: Trilogía que terminé por completo durante este mes, ¡y que me encantó! Aunque en primera instancia parezca un "reality show" de chicas en busca de príncipe, no es así para nada. De esa forma me lo presentaron; de esa forma no me convenció (aunque le di una oportunidad, y menos mal). Lo cierto es que tras "La Selección" se esconde un mundo distópico dividido por castas, donde tu futuro está determinado por el nivel adquisitivo o linaje al que pertenezcas. Dentro de ese espacio, 35 chicas participarán no solo por la búsqueda del amor, sino por liberarse de los límites de su casta.
     
    PERSONAJE MEJOR CONSEGUIDO: Margo Roth Spigelman, de “Ciudades de Papel”, de mi querío y amáo John Green. Vale, este es un poquito más tocho, tiene unas 360 páginas, pero igualmente se lee rapidísimo. No por la soltura que tiene este hombre escribiendo, sino por la realidad de los personajes. Aquí los protagonistas superan con diferencia a la propia historia. Son genuinos, pero a la vez realistas, característicos y entrañables. Lo que no sé es cómo demonios Green consigue que Margo, la cual apenas sale en las primeras 50 páginas porque desaparece (no es spoiler ni nada, se sabe), se convierta en un símbolo durante toda la novela. Radar, Ben y Quentin, la propia voz narrativa, también son excelentes.

     ¡Y eso ha sido todo! Así que ahora toca esperar lo que nos depara agosto. Ahora estoy sometido (literalmente) a una lectura adulta de unas 600 páginas, pero es que me tiene muy enganchado. ¡A ver cómo termina!
     

    jueves, 31 de julio de 2014

    RESEÑA LITERARIA: "Nada", de Janne Teller.

    ¡Hola, lectores! Aprovechando que hoy comienza agosto, voy a realizar una reseña de una de mis lecturas favoritas del mes pasado: "Nada", de Janne Teller. Si buscáis una nueva lectura intensa, cruda pero sobre todo, tremendamente introspectiva, ¡quedaros! :)

    Datos bibliográficos:

    Título: Nada
    Autor/a: Janne Teller
    Sello: Seix Barral
    Páginas: 160
    Materia: Literatura castellana



    Sinopsis:

    El primer día de clase Pierre Anthon abandona el aula y decide no volver nunca más a la escuela. Ha descubierto que nada importa y a partir de este momento se dispone a vivir de manera consecuente con este hallazgo. Se sube a un ciruelo y desde allí declama a gritos las razones por las que nada importa. Sus compañeros, desmoralizados por sus proclamas, deciden convencerlo y autoconvencerse de que se equivoca y para conseguirlo deciden reunir objetos que simbolicen todo aquello que da valor a la existencia humana y así crear un montón de significado. Poco a poco este proyecto se va convirtiendo en un juego peligroso que les va pervirtiendo moralmente y que les lleva a arriesgar parte de sí mismos y de todo aquello da sentido a sus vidas presentes y futuras.

    Reseña: Como ya habréis podido comprobar por los datos, se trata de un cuento breve o novela corta, que se puede leer en poquito tiempo. Sin embargo y a pesar de su escueta longitud, te consigue mandar un mensaje que pocos "tochos" de 500/600 páginas han conseguido transmitirme (o por lo menos a mí): el de la autorreflexión. Es un relato bastante desgarrador, donde un grupo de niños, enfrascados en el objetivo de hacerle comprender a Pierre que la vida "importa", deciden reunir una serie de objetos que depositan en un "montón de significado".
    Debido a lo cortito que es, cualquier cosa que adelante podría ser spoiler, pero solo diré que los niños comienzan dejando todo tipo de cosas en principio triviales (como unas chanclas que se acaba de comprar la protagonista, una caña de pescar, etc...) y acaban desmadrándose de una manera destacable. Tanto que resulta casi macabra xD Ya que después de que uno deposite su objeto de valor, debe de elegir a otro de la clase para que suelte algo importante para él.
    Ejemplo: yo dejo mis chanclas, pero ahora "X" debe dejar su "Y pertenencia".
    El tema está en que cada vez lo que se pide conlleva una mayor magnitud, por lo que los niños eligen su próximo objetivo sin piedad y con la meta de que el siguiente deje algo todavía más significativo. De hecho, llega un punto del relato en el que me pareció experimentar una sensación de olvido hacia el objetivo inicial, que era demostrar al niño que se había subido al árbol que la vida importaba. Pero el final del libro (que obviamente no desvelaré) da un giro importante y todo "recupera" el sentido. Y digo recupera porque al menos a mí me dejó cierto trauma.
    En definitiva, un relato que yo devoré en un día prácticamente, y que te hace pensar no solo en temas metafóricos, sino en pequeñas realidades en las que uno no se detiene con el día a día. Un acuciante golpe de realidad que al menos a mí me sirvió para valorar más las cosas cotidianas.

    EVALUACIÓN FINAL (Sobre 5 * * * * *).

    Argumento inicial: * * (Seamos sinceros, en la trama del principio no está el punto fuerte. Es bastante simple, pero sirve como introducción a un sólido trascurso de los hechos).

    Desarollo: * * * * (Comienza a ponerse muy interesante cuando el montón de significado eleva su peligrosidad exponencialmente xD)

    Final: * * * * (Un "poco agradecido" final que se "agradece". Hay que leerlo para entender esta frase.

    Personajes: * * * (Algunos importantes; otros anodinos. Incluso no supe el nombre de la voz narrativa hasta el último tercio del libro).

    Mensaje: * * * * * (Lo realmente trascendental de "Nada", es el mensaje que contiene. Al menos para mí inspirador, para otros quizá desalentador. Depende totalmente del punto de vista con el que lo leas. Pero sin duda, si se lee bien, es un libro que te demuestra algo. Y en eso, definitivamente, se perciben las buenas historias).

    Nota final: * * * *

    domingo, 15 de enero de 2012

    Hambre de vida.

    A veces inflingir las normas es lo que está mal (cuando raya lo tópico), y en cambio, roza la perfección cuando queremos escapar de los límites. Y fin. No vemos más... no hallamos más opciones: o hacer lo que está bien, o hacer lo que está mal...
    ¿Tú por qué optas?
    Yo nunca pretendo ser egoísta ofreciendo mi propia opinión..., pero esas veces en las que absolutamente TODO va como NADA habías planeado, me superan. Es decir, ni hago lo que está mal, ni lo que está bien. No hago nada, porque la situación es dificir de domar.
    No creo que dejar fluir el tiempo sea la decisión correcta, ni mucho menos. De hecho, creo que es la peor: dejar que se extienda más el vórtice que te rodea, viendo cómo escapa de tus manos.
    Por eso yo me equivoco en esas veces, porque no reacciono. Y ahí es cuando me arrepiento.



    Dice un antigüo dicho que cuando mueres, te arrepientes más de lo que no has hecho que de lo que hiciste, por eso te animo a lanzarte. A comerte el problema, a comerte el mundo.
    A hacer pan de ese trigo que no supiste en un principio moler, y que alguien te puede enseñar a hornear.
    Tus amigos, tu familia, seguro que hay alguien, aunque no lo creas. Siempre quedará alguien que te tienda una mano, aunque sea tu propia consciencia.
    Porque si hay algo que te mata, es no vivir. No vivir cada segundo, derrocarte cíclicamente en un margen del que no puedas salir. Pensar que de "Ésta no voy a salir", porque si puedes.
    No digo que solo con quererlo lo consigas, pero desde luego, quien no lo intenta no gana.

    Cómete eso que te estorba. Porque hoy en día, será mejor que cada uno se ayude a cada uno, porque somos lo único seguro que nos queda: nosotros mismos.
    Porque hoy día, hay que tener hambre de espíritu... hambre de objetivos...

    Hambre de vida.

    viernes, 21 de octubre de 2011

    Relato Corto 2011- Regálame la lluvia. RELATO HISTÓRICO.

    REGÁLAME LA LLUVIA.

    Corría el año 1491 cuando Abigail De la Rosa viviría su propia historia sin quererlo. Una aventura que se transmitiría de generación en generación, cantada por juglares y recordada por el pueblo en verbenas populares. Sin duda, un capítulo que plasmar en las páginas de su vida… un capítulo, sin duda, increíble.
    Al salir de su habitación aquel afortunado día, miró por la ventana del alcázar y divisó un cielo ataviado de gris. Un cúmulo de nubes templaba un engañoso fin de año vestido de Septiembre. Se liberó de un incómodo suéter y bajó las escaleras de aquella residencia de los Reyes. Aunque no lo pareciese, siendo una modesta criada de la Reina, era bastante feliz. Se conformaba con poco y lo sabía.
    Abigail tenía una característica que la resaltaba entre sus compañeras del oficio: la misma alegría de su padre, de ahí su nombre, nunca se separaba de ella. Ante las adversidades, burlas y mofas de sus compañeras más experimentadas, incluso ante las mismísimas reprimendas de Isabel, ella sabía que un día más caluroso brillaría al día siguiente. Tenía unos hermosos ojos de crisálida, que como un sutil batir de alas, parpadeaban seduciendo a los hombres. Sus morenos cabellos de lozana, y unos labios carmesí, hacían el resto: una atracción fatal, casi magnética. Esto producía más celos entre sus compañeras, que la marginaban como a una mísera rata.
    Cuando llegó al jardín del majestuoso Palacio, algo se desplomó sobre sus pies. Una abombada naranja había caído desde una cesta. Ni siquiera conocía las razones que la habían llevado hasta allí, solo seguía a un efímero impulso que la llamaba desde que se había despertado: “Alguien te espera. No aguardes más a que tu felicidad llame a la puerta de tu pordiosera habitación, aquí arriba, en la buhardilla. Sal a buscarla”.
    —Ay, perdone. Se me ha caído sin querer —dijo la cara escondida tras la cesta—. Mira que tener que recolectar yo las frutas, porque no ha venido Casildo… tantos libros que he tenido que leer de contabilidad para nada. En fin, no era mi intención.
    —¡No pasa nada! —dijo Abigail, ruborizada—. Y por favor, tutéeme. Soy una simple criada…
    —Pero eres esencial. No te sientas inferior por tu ocupación —explicó el hombre, un apuesto caballero de porte elegante—. Es como una cadena, si falta un eslabón, no sirve de nada.
    —Gracias… pero yo no debería estar hablando con usted. Según tengo entendido, me hallo frente a Don Juan Madrigal, fiel servidor de los Reyes y tesorero de las cuentas de la Corte.
    —¿Me pides que te tutee y no eres capaz de aplicarte lo mismo? —sonrió Juan, con picardía—. ¿Acaso no somos todos iguales?
    Abigail no contestó.
    —Veo que eres muy tímida, pero sumamente hermosa. Quizás si nos dejamos de tanto protocolo y lenguaje cortés estarías más cómoda. Si te digo la verdad, no entiendo cómo Doña Isabel me ha puesto esta faena… recogiendo las frutas por el patio.
    —Yo paso casi doce horas seguidas fregando el suelo que pisa, no sé qué es peor —bromeó Abigail. Con el tiempo, la conversación iba fluyendo con más facilidad, y los ojos de Juan brillaban cada vez con más fuerza delante de la humilde doncella. Pasada la hora límite para conversar, y antes de volver al duro trabajo, Juan besó de súbito a su flechazo particular. Abigail, cortejada, dejó fundir sus cotizados labios entre los de aquel amor imposible, pero volvió rápidamente a la realidad, propinándole a Juan una bofetada.
    —¡No! —ladró ella, apartándose de él—. ¡Nuestro amor es imposible! ¿No lo entiendes? ¡Vivimos con doña Isabel I de Castilla… si ocurriese algo y nos pillasen, iríamos a la horca por deshonra pública!
    Abigail rompió a llorar y se alejó corriendo a su campanario solitario. Juan dejó caer la cesta con toda la fruta que había recogido… mirando hipnótico aquel canon de belleza.
    ***
    Isabel no vivía su mejor año. Una buena amiga, Santa Beatriz de Silva, acababa de fallecer en Toledo… y la guerra privativa por derrocar al Reino nazarí de Granada (en el cual llevaba empeñada junto a su marido Fernando unos diez años) no acababa de cuajar, aunque poco faltase para su fin. Y para qué engañarse, la guerra de Granada comenzaba a ser agotadora.
    Inclusive a todos estos contratiempos, la Reina no conocía con certeza sobre el nacimiento de Enrique VIII de Inglaterra. El correo de noticias por aquel entonces no estaba muy desarrollado, e Isabel ardía en deseos de conocer lo que pasaba a su alrededor. Tenía un marcado carácter religioso, y eso siempre influía en su toma de decisiones… pero la verdad es que desde su boda en el sesenta y nueve con Fernando V, había reunido el coraje suficiente para conseguir lo que se proponía.
    Como buena sucesora de Catalina de Lancáster, giró su cabeza y miró con unos gélidos ojos azules al que fuera su hombro derecho en el mando de poder y consejero, Don Rodrigo de Castañar.
    —¿Qué nuevas me trae, Don Rodrigo? —pronunció con una sorprendente segunda intención. De Castañar se inclinó en señal de respeto, y desenrollando un antiquísimo documento, evitó mirar a los joyeles que cubrían sus ropajes. Tragó saliva y solo pudo musitar:
    —Mi señora Isabel, mi reina consorte de Sicilia y de Aragón…
    —No ande con rodeos —sentenció ella.
    —Se ha producido, como pensábamos, el nacimiento del nuevo heredero al poder de Inglaterra. Y no solo eso… muchos están criticando su actitud respecto a ese tal… Cristóbal Colón. ¿Aún sigue en pie la idea de apoyar su tremenda locura de partir a una nueva ruta por la India? Es un proyecto muy arriesgado… y puede perder muchos adeptos. Yo le aconsejaría dejar tan caprichosa osadía.
    —¡¡Jamás!! —la Reina golpeó la mesa y con temperamento, se alejó de Don Rodrigo. Para terminar y abandonar la fría sala que los envolvía, se giró—. Yo decidí hacerme cargo de la regencia de este proyecto. Y juro por la cruz y los evangelios, ¡que nunca lo abandonaré! Ahora, le pido que desaparezca de mi vista, pues no me ha servido hoy de nada más que para desquiciarme. Llama a Don Juan Madrigal, no lo he visto desde que lo hemos mandado a por la fruta que Casildo no ha podido recoger…
    —Lo siento, mi Reina. Con permiso.

    Juan Madrigal, por su parte, se había dado el lujo de cometer una imprudencia personal: iría a lo más alto de la más alta torre a cortejar a su Dulcinea, pues él no temía de ninguna expiación. Una vez frente a la puerta de su altillo, aquel que degustaba las vistas de Granada, solo pudo seguir adelante.
    —Abigail, siento mucho haberte ofendido. Ya había escuchado por las galerías de Palacio que tu belleza, entre todas las demás, era inconfundible… ¡pero a mi jamás se me habría ocurrido enamorarme de aquesta manera, tan inevitable! —gritó tras la cancela.
    Abigail, alarmada, lo examinó a través de una hendidura. Prendada por sus ademanes, lo dejó pasar. La pasión que los vendaba era tal, que no pudieron sino fundirse en arrebato y desenfreno, como si de ellos dependiese un posterior “Sturm und Drang”. Lo que no esperaban, ni como el más intempestivo veneno, era la presencia de Rodrigo. Habían dejado la puerta abierta y el consejero de la Reina no estaba dispuesto a marchar sin una explicación. Un fuerte lazo unía su amistad con el tesorero, pero a la vez, un oculto amor secreto por Isabel, que él solo conocía, le pedía quedar bien ante su majestad.
    “¡Por el mismísimo Lucero, hijo de la Aurora!, ¡¡Don Juan embelesado por una simple criada!!”, pensó. “¿Podría mi consciencia permitir a su vez mi silencio? Si solo pensara en mi beneficio, no sería un buen amigo… pero si quedo como un buen siervo ante la Reina, delatándole la falta de Juan… mi alma gozaría de eterno júbilo ante su aprobación. ¿Qué debería de hacer?... Oh, maldito y cobarde Rodrigo, tu siempre con las buenas. Así te ha ido toda la vida, que llevas arrastrándote por una sonrisa de la Señora años y años. Juan ha pecado y obtendrá su merecido, y yo, conseguiré mi anhelado regalo por fiel confidente”.
    Los días transcurrieron como gazapos. Mientras Don Rodrigo buscaba el momento perfecto para contarle a Isabel de lo que había sido testigo, Juan y Abigail acrecentaban su amor en secretas quedadas por el patio. Fue entonces cuando sucedió.
    Aquella mañana de Diciembre, llovía más que nunca. Era como si Poseidón hubiera decidido desahogarse con la tierra. Las copas de los naranjos amortiguaban el torrente que diluía desde el cielo, y allí mismo, bajo uno de ellos, se arropaban los enamorados. Abigail había entregado su cuerpo a Juan en días anteriores, ciegos por un delirio mutuo… pero temía que sus vilezas a espaldas de la Corte trajesen las más indeseadas desgracias.
    —Juan… dime que me amas —susurró.
    —Te lo ruego, Abigail, no me hagas repetir lo innecesario. No os amo, os adoro.
    —Pero soy consciente de que no perdurará para siempre.
    —¿¡Por qué dices eso!? —preguntó Juan, espantado.
    —¡Porque nunca me liberaré de mi condición! Tú me puedes regalar amor, pero también alhajas, brazaletes y paseos a caballo. ¿Y yo a cambio? ¡Nada, Juan, nada! —Juan miró al cielo seducido. Una gota de lluvia corrió por sus carrillos.
    —Regálame la lluvia —musitó. Un silencio cortó tajante el aire.
    —¿Cómo? ¿Por qué dices eso? —rió Abigail, nerviosa—. ¡La lluvia no se puede regalar, viene de balde! ¡Puedes recogerla aquí mismo, si quieres, pues está diluviando!
    —Me refería a ti, mi princesa —contestó—. Ya se que la lluvia no se puede regalar. Era una forma de decirte… que no necesito nada más. Que con tu presencia me es suficiente, me basta y me sobra. Que con tus andares me deleito y de tus gestos me alimento. Que de tu sonrisa nace la mía, y que de tus ojos yo contemplo el firmamento. Y así pues, Abigail, heredera del permanente alborozo, ¿está dispuesta a regalarme la lluvia?
    Abigail lloró, y sus lágrimas se fundieron con las gotas del rocío. Era necesario confesarle a Juan un secreto que la atormentaba, a la par que la hacía la más dichosa de las mujeres.
    —Juan… creo que… yo…
    En ese mismo momento, unas lanzas del más oxidado hierro los rodearon, a punto de acuchillar sus campanillas. Juan apretó la mano de Abigail, pero los firmes soldados de Isabel los separaron.
    —¡Por órdenes de la Señora —comenzó uno de ellos—, estáis obligados a guardar silencio y ser apresados! Ahora seréis llevados y juzgados ante ella.
                —¡¡Juan, socorro!! —gritó Abigail. Demasiado tarde, unas caras que debieron enfrentarse hace mucho tiempo, estaban a punto de encontrarse.
    ***
    El tesorero y su amorío caminaron maniatados bajo las picas de los oficiales. Por los pasillos, doncellas y nodrizas cuchicheaban, señalando con miradas furtivas a los prisioneros: “mírala, y parecía modosita”, “pero qué pecado más infame, el codearse con la más alta nobleza”, “a esa yo nunca la tragué”. Al abrir la puerta a la antesala, Juan divisó a Don Rodrigo. Tras persignarse, éste se inclino y rezó por el destino de su amigo. Algo le decía al ayudante que no había obrado bien al delatarlos.
                Isabel se erguía en lo más alto de la mesa, junto al trono. Al ver a Abigail, giró la cabeza y maldijo su suerte.
                —Cómo os habéis atrevido… ¡mísera carroña!
                —¡Doña Isabel, os juro por mi sangre caliente que yo nunca le causaría ningún mal! —ladró Juan.
                —¡¡Y de qué me sirve su blasfemia!! —gritó ella—. ¡Si lo primero que ha hecho ha sido irse a la cama de la primera sirvienta que ha visto!
                —¡No hable así de Abigail, ella no es así!
                —¿Está dándome una orden? —replicó—. ¡Oh, por la hegemonía de nuestro Castellano, que vuestra osadía os condenará!
    En ese instante, Fernando entró por la puerta. Mirando algo confuso el panorama, ajeno a todo lo que sucedía, dijo a su mujer:
                —Isabel, cálmate. Conozco de tu temperamento, pero siempre has sido una buena dama. No pierdas tu elegancia.
                —Fernando, no te inmiscuyas. ¡Nuestro pagador ha pecado y será castigado! ¡A la horca con él!
                —¡¡No!! —vociferó Abigail—. ¡¡No os lo llevéis, Juan debe saberlo, él no puede morirse!! ¡¡¡Juan, estoy embarazada!!! 
    La que más tarde sería apodada Isabel la Católica, aquella que posteriormente se coronaría como la figura más imponente del ajedrez por su carácter… dejó caer su propia copa de oro, casi mareada. Fernando la sujetó por la cadera, para que no cayese. Juan, boquiabierto, escapó de los soldados para abrazar, quizás por última vez, a su amada. La sala quedó vacía, sin palabras.
                —Suéltame, Fernando —dijo Isabel, con una voz absolutamente nueva, desquebrajada—. Déjame recomponerme de este nuevo e inhóspito giro de la historia… ¡Juan Ruiz Madrigal, por mandato de la Reina, queda usted preso y sin oportunidad de salir del campanario! Y en cuanto a ti… —exclamó, mirando a la criada—. ¡Queda condenada a muerte por ultrajar a aquesta, nuestra Sociedad!
                Un súbito pánico inundó la sala. Don Rodrigo, que acababa de entrar debido a los gritos que se oían desde la recámara, no se resistió a intervenir:
                —¡Pero señora, la doncella acaba de revelar que espera un hijo! ¿¡Cómo está pensando en condenarla!? ¡Bien se sabe que el que matare a lozana embarazada, pecado injusto yacería sobre su alma!
                —¡¡Ese precisamente es el problema, que ésta desvalida está encinta de mi más preciado empleado!! —contestó—. ¡Oh, qué pensarán de mi ahora las haciendas vecinas! ¡Qué vergüenza, por la Cruz! Y como ya dije una vez, olvidáis que soy la reina de Castilla y no es de mi costumbre someterme a condiciones de meros consejeros como usted. ¡No importa que el niño también muera, así más severo será el castigo! Y además, por la tremenda traición que a mis espaldas ha sido llevada, con ésta impura me cebaré: no la horcaréis. Será consumida… ¡por la hoguera! Y ahora, con permiso o sin él, me despido, pues he de prender la candela.
                Semejante momento habría reunido a unas cien personas en el salón, mayordomos, oficiales, duques y damas, que tras la sentencia de Isabel, quedaron sobrecogidos. “¡Está desvariando, cómo va a condenarla a la hoguera, ni que viviéramos en tiempo de brujas!”. Pero la decisión, estaba tomada.
    ***
    El día 26 del último mes del año, había sido el elegido. Un fulgente Sol iluminaba la residencia de los Reyes, ofreciendo luz al que fuera Albolote y sus cercanías. Juan, apresado en la que antes se definía como la “habitación” de Abigail, atizaba la puerta más fuerte que nunca. Intentaba en vano salir de allí a golpes, pues los soldados se habían asegurado de encerrarlo muy bien. Envuelto en rabia, pensaba cada segundo en cómo rescatar a su dama y a su hijo, sin encontrar soluciones posibles. Tras cuarenta intensos minutos y rendido por el cansancio, se apoyó sobre el portillo, justo cuando éste comenzó a girar lentamente. La puerta cedió. Una figura de un hombre alto y de fino bigote recortado, muy reconocible, se hallaba frente a él.
                —Ro… Rodrigo —balbuceó Juan, tragando saliva. 
                —Corre, haz lo que puedas, aunque lo tengas muy difícil. Te he dejado a nuestro mejor caballo en la puerta, Relámpago... siento todo lo que he hecho.

                Unos tipos vestidos de negro habían amarrado a Abigail, postrándola contra un firme tronco de árbol. Su pecho y sus manos quedaban estrujados por la cuerda. Lloraba, y lo hacía consciente de que prenderle fuego sería completamente posible, dado el gran clima que timaba a Diciembre. No podía dejar de pensar en su hijo, y en la forma tan cruel de haber sido juzgada por Isabel. Algo le hacía pensar que haberse enamorado de Juan martirizaba a la Reina más de lo necesario, no solo por bochorno. Pero, como si se tratase del más grande de los milagros, justo cuando uno de los oficiales de Isabel se disponía a avivar la llama de su muerte, una intensa lluvia comenzó a emanar del cielo.
                —¡Pero qué demonios! —gritó Isabel, arropada por la multitud que había asistido a ver el acto—. ¿¡Cómo se pone ahora a llover!? ¡Gonzalo, Fabricio, corred, encended el fuego!
                Los soldados obedecieron, y la más bermeja de las lumbres subió por una madera acomodada a los pies de la prisionera, rápida como una humareda. Pero lo provisto por el amor, aquel día, sería más fuerte que lo escrito por las leyes. Abigail, atónita, veía como miles y miles de gotas de lluvia consumían el fuego, apagándolo como si se tratase de magia.
    —¡Maldita sea, vámonos de aquí, déjenla atada! —bramó Isabel—. No tiene opción de escapar. Mañana a primera hora volveremos a intentarlo ¡hoy no hay manera de prender una hoguera con éste temporal! Y yo, quiero darme el capricho de que así muera.
    Pero lo que nadie se esperaba, en la distancia y a galope,  era el sonar de las herraduras de Relámpago. Juan, empapado por la tempestad, saltó de él con maestría, y ante el asombro de todos, corrió hacia Abigail. La Reina y sus súbditos, que se habían alejado demasiado de la fogata, no tuvieron opción de detenerlo. Con el corazón latiendo más rápido que nunca, y desatando las cuerdas de su amada y de mí mismo, pronunció, de la forma más bella posible:
    —Llegó mi turno, querida mía… de regalarte la lluvia.
                Ahora que lo pienso, creo que nunca me cansaré de contar la historia de mis padres. Sin duda, una historia hermosa y extraordinaria, que aunque haya conseguido hacernos vivir en el más bonito secreto, me hace creer en un mundo mejor.

    viernes, 14 de octubre de 2011

    Truco número 1: Qué hacer cuando estás triste.

    ¿Qué hacer cuando se está triste? Esa pregunta es muy ambigüa, pero quizá se remonta a que nuestros corazones, muchas veces, lo son.
    Hay personas que, transmitido ya desde el mito de la Antigüa Grecia, acallaban sus penas con más dolor, para así sentirse más identificados con algo ajeno y tener como objetivo, finalmente, sentirse bien.
    Para que lo entendáis, es como si tu llegas a tu casa después de que tu novia te haya dejado por otro; en la parada el autobús ha salpicado un charco y te ha llenado de barro (además de que iba petado y has tenido que esperar al siguiente) luego te ha entrado dolor de barriga, pero, por fin, logras tumbarte sobre la cama.
    -No basado en hechos reales-
    ¿Y qué hacer sobre ese colchón, ahora maremotriz de tu propia energía, que sirve como muralla amortiguadora de próximos males y visitantes no-deseables?
    Llorar. Llorar y ponerte a escuchar música más triste todavía. ¿Cómo apaciguar el dolor con una balada triste, o con una canción de desamor? Pues sí, mucha gente lo hace.
    Si hoy estoy mal, me hundiré todavía más, y mañana ya saldrá el Sol.
    Esa es una de las técnicas, aunque muchos puedan pensar que sea algo sádica. Yo, personalmente, prefiero pasarme al bando contrario. ¿Que me ha ido mal? No importa, cojo mi mp4, pongo algo alegre, y cuando termine de sonar la última triada del tema "no-lo-sé-es-un-ejemplo", ya habrá pasado la tempestad.



    Hace un mes, aproximadamente, recibí una de las peores noticias que he recibido en toda mi vida. Aún sigue permanente, pero no aflojo el ritmo. No permitiré que me afecte más de lo necesario, asi que seré más fuerte si muestro a esa mala noticia el espejo de mi sonrisa para una nueva venidera.
    Aunque de aquí a que llegue la buena, como digo, lo mejor es esperar. Y qué mejor que en un banco del parque, con las hojas del otoño que se avecinan...



    Los corazones son ambigüos al dolor, eso es cierto. Pero deberíamos reflexionar... ¿acaso nos hacemos bien centrándonos en un tema que nos desborda para auto-retractarnos de la felicidad?
    Es decir, ¿Es combatible el dolor al dolor?
    Habría que preguntárselo a los Griegos.


    ~Contemplando la no-lluvia-pero-no-te-preocupes-que-ya-vendrá-de-Octubre~
    a día 15.
    Gracias por leer. :)

    miércoles, 12 de octubre de 2011

    Renovando el Blog, ¡y la mente!

    Hola, chicos. Estoy tan ocupado que ni siquiera me acordaba de que tenía que hacer ésto.
    ¿Qué es olvidar? Olvidar no significa arrinconar los recuerdos, encerrarlos con llave y esperar a que, con suerte, consigan salir ellos solos.
    Olvidar es no querer recordar.
    Si quisiéramos guardar algo para siempre, podríamos escribirlo, grabarlo, o simplemente intentar retenerlo... pero no diríamos: "Ésto se me quedará siempre en la mente", sin pensar en que mañana podría perfectamente escapar...
    ¿Qué es olvidar? Olvidar algo que no se quiere es imposible, o al menos, nos obligamos a ello de manera inexpugnable, aferrándonos a la idea de que algo simple pueda rehuirnos, pero algo elemental para nuestro alma y nuestro corazón, no.
    Hoy, empezaré de nuevo a escribir en este blog. Porque se merece algo más. Empecé una novela, y la terminaré cuando pueda ((se puede leer en mi perfil)), pero por el momento solo soy capaz de intentar expresar algo con estos textos... y, si un mero día tenéis la imperiosa necesidad de leer algo, y decidís leer ésto, que os guste y os deleite, porque con ese propósito lo hago ;)
    ...
    Tan solo espero que, si en algún momento deseáis no olvidar, echéis un ojo a vuestro armario de recuerdos.
    ¿Y de qué depende mantenerlos?
    De avivarlos, simplemente.
    He dicho.

    martes, 28 de diciembre de 2010

    Presentación.

    Hola a todos, y bienvenidos al Blog de los secretos, de las palabras y las ilusiones.
    Me complace mucho poder escribir esto porque llevo algún tiempo queriendo hacer el "Blog del Truco", pero no me había decidido hasta hoy. ¿Razones? Quizá tiempo.
    Ahora solo decir que me encantará actualizar (y lo haré siempre que pueda) con mis historias, ya que podría definirme como "un proyecto joven de escritor", siempre mirando al futuro para mejorar.
    Pues bueno, ésto es todo de una sencilla y compacta presentación, pero que espero tenga todos los ingredientes para una acogedora bienvenida hacia la magia.
    Estaré muy agradecido de todos aquellos que quieran seguirme y me comenten, pues de comentarios se alimentan los blogs (o eso dicen). Si alguien está interesado en que yo lea su historia o visite el tuyo, ¡tan solo hace falta decirlo! ;)
    En fin, ya solo queda desearos una feliz Navidad y un próspero año nuevo 2011. Que vuestra vida brille como las estrellas, y que vuestros sueños lleguen más allá que ellas.
    Saludos,
    Mike Bronze D'Letters.